Relato finalista de La Microbiblioteca, enero 2020.
Cuando llegaron Más Adelante y el Día de Mañana estábamos tomando el fresco. Caminaban lentamente, como si arrastraran una pesada carga. Ya estamos aquí, dijeron y soltaron todo lo que durante años habíamos ido dejando para Más Adelante: las clases de teatro de mi hermana Puri, la carrera de mamá, las vacaciones familiares en el mar y la reducción de jornada de papá. También trajeron los momentos que perdimos por estar trabajando para el Día de Mañana y las personas a las que renunciamos, como mi novio Lucas, el pobre, que lo abandoné porque no podía darme un futuro mejor.
Se fueron muy deprisa. Las ofrendas y los sacrificios que habíamos hecho por ellos se quedaron tirados en el suelo. Son nuestros, dije, venga, vamos a usarlos. Pero mamá ya no quería estudiar, Puri tenía un puesto fijo en el ayuntamiento, yo me había casado con un idiota y, a estas alturas —con la vida tan hecha— era imposible irnos a la playa todos juntos.
Papá —a punto de jubilarse— fue el más desilusionado con la visita y empezó enseguida a hablar de un tal Aquellos Tiempos.
Desde una esquina, el Día de Hoy observaba la escena esperando tal vez que alguien le prestase un poquito de atención.
Elena Bethencourt
Jolín, contigo no hay quien pueda.
ResponderEliminarJajaja, gracias por leer y comentar.
Eliminar