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domingo, 13 de octubre de 2024
Entrevista de Manuel Pozo, Primaduroverales.
Por Manuel Pozo Gómez
Tengo que decir que al hacer esta entrevista a Elena Bethencourt me he visto arrullado por las brisa del mar y por su suave y sensual acento canario. La entrevista la hemos hecho por escrito, hemos tenido más de una conversación por wasap y muy pocas a viva voz. Creo que solo nos hemos visto en persona una vez y, sin embargo, con Elena tengo la sensación de conocernos desde hace mucho, una vieja impresión que se despierta a menudo entre los amigos de las letras. Por su forma de ser es fácil entablar amistad con Elena, por esto pienso que la publicación del libro de microrrelatos Cuando se derrama el mar ha presentado una deliciosa oportunidad para que la familia PRIMADUROVERALES y los lectores de este blog la conozcamos a partir de hoy un poquito mejor.
Elena es licenciada en Filología por la Universidad de La Laguna, Especialista Universitaria en Traducción Jurídica por la Universidad de Alicante y profesora de inglés. Amante de la Lengua Española y de los idiomas en general es una gran lectora de poesía desde muy joven y una gran aficionada al género del microrrelato. Ha ganado numerosos premios literarios: el Premio Nacional de Poesía infantil Charo González, 2020; el primer premio Cuentos de Navidad y 2º de Historias de viaje, Zenda, 2020; el primer premio del Certamen internacional de microrrelatos San Fermín, 2020; el 2º premio Relatos en Cadena, 2020; ganadora Relatos con Banda Sonora, Cadena Ser, 2020; y el primer premio Relatos AMIR, México, etc. Su obra se ha publicado en diversas antologías.
En 2020 obtuvo el segundo premio de la VII edición del certamen Madrid Sky con el relato Amor al arte
Entre los días que han transcurrido desde que hicimos esta entrevista hasta su publicación Elena ha visto cumplido uno de sus sueños literarios: acaba de resultar ganadora del XXI premio de poesía infantil Luna de Aire, y su libro, provisionalmente con el título Minimundos, será publicado por la editorial SM.
Te invito a leer esta entrevista con Elena, y a dejarte mecer por las olas y la brisa de su mar, tan presente en su obra.
Vives en Canarias, me asombra la de veces que te vemos por la Península debido a tu actividad literaria. ¿Cómo consigues mantener tanta actividad?
En realidad, lo que pasa es que a estas alturas de la vida las cosas que me apetece hacer son cada vez menos. Así que basta que algo me apetezca un poquito nada más para hacerlo. Si para eso tengo que coger un avión, lo cojo y ya está. Solo es necesario que pueda llegar a tiempo, claro, si termino de trabajar a las 2 pm un viernes no puedo estar en Barcelona a las 7, que además para mí son las 6 con la diferencia horaria. Y si hay un acto un miércoles, pues tampoco me puedo teletransportar.
Creo que la dificultad para entrar en contacto con otros escritores es más difícil en Tenerife que si vivieses en la península. ¿Cómo escritora te sientes un poco aislada en tu tierra?
Ahora con las redes sociales puedes mantenerte en contacto con todo el mundo, pero por supuesto, me pierdo muchas cosas presenciales.
Lo curioso es que yo hago más cosas con los escritores de la península que con los de Canarias. Eso es algo a mejorar, es una asignatura pendiente. Además yo vivo en el sur, un hándicap añadido, pues para la gente del norte el sur está en otro planeta.
Me imagino que de pequeña leías todo lo que caía en tus manos. ¿Tenías un escritor preferido?
De pequeña leía todo lo que había por casa. La cosa era leer. En mi entorno no se esperaba que los niños leyeran, así que no tuve libros infantiles a excepción de dos cuentos, me acuerdo de que uno era sobre una fiesta infantil sorpresa a un elefante. Me encantaría volver a leerlo porque me lo sabía de memoria, jaja.
No tenía un escritor preferido porque tampoco podía elegir. Leía las novelas del oeste de mi padre de un tal Marcial Lafuente Estefanía y todo lo que él leía: El Quijote, Las Mil y una noches, Veinte mil leguas de viaje submarino… Me gustaba todo, porque quería absorberlo, meterme en otros mundos, imaginar todos esos escenarios que me contaban.
Y después, cuando te has ido haciendo mayor… ¿qué autores crees que han influido en tu obra?
Creo que en lo que escribo no ha influido ninguno (excepto aquellos que te hablan de mundos fantásticos como si fueran reales), pero sí que han influido en cómo lo escribo. Primero, crecer leyendo ya hace que tu relación con la lengua sea buena. Luego todos esos años de leer a Neruda, Benedetti, Machado, Lorca etc. hasta la saciedad hacen tal vez que me salga esa manera lírica de escribir prosa.
Me parece que tienes alma de poeta. ¿Qué ha significado para ti la poesía?
Recuerdo que tendría yo unos siete años cuando la maestra nos pidió que nos aprendiéramos un poema, que aún hoy recuerdo. No sé yo si todos los niños de España tuvieron que aprenderlo. Empezaba así:
Cultivo una rosa blanca / en julio como en enero… ¿Te lo sabes?
La cosa es que aquello, que an mis compañeros no les interesaba, a mí me pareció una maravilla. La musicalidad de la poesía me erizaba la piel. Podía pasar horas escuchando a mi abuela recitar romances larguísimos de memoria porque no sabía leer. Creo que todo eso hizo que me gustara tanto esa forma de jugar con las palabras. A día de hoy, una de las cosas que hay en mis textos es música y tienen un ritmo interno que yo no sé explicar, pero que noto si le falta o sobra una sílaba.
¿Y si tanto te gustaba la poesía cómo derivaste en autora de microrrelatos o de relatos cortos?
Gané el Premio Nacional de poesía infantil “Charo González” y si fuera fácil publicar libros de poesía para niños, es lo que estaría haciendo, sin duda y puede que no escribiera nada más. O sí.
¿Los microrrelatos? Pues es que es muy divertido inventarte todos esos mundos, esos personajes a quienes les pasan tantas cosas en tan pocas palabras. Un buen microrrelato es un arte, que un texto tan corto te provoque una emoción, que te asombre, que te deje pensando… Creo que eso es fascinante y me ha enganchado.
En una novela tú tienes una idea que desarrollas en trescientas páginas. Genial, por supuesto. En un libro de microrrelatos usas cien ideas para escribir cien páginas. Hay mucho trabajo detrás.
Este final de año 2023 está siendo muy fructífero para ti. Acabas de publicar Cuando se derrama el mar y se te ha incluido en la colección Equilibristas. Nuevos autores del microrrelato español. ¿Ha sido largo el camino para llegar hasta aquí?
Solo hace unos años que escribo ficción. ¿Ha sido largo el camino, preguntas? Pues toda una vida, quizás, porque sin las cosas que me han pasado puede que no hubiera decidido escribir.
En estos poquitos años he aprendido mucho, he practicado mucho, me he formado con cursos en la Escuela de Escritores. Tuve la suerte de ganar certámenes desde el principio y eso, no puedo negarlo, ha sido de gran ayuda en ese camino porque a veces uno no cree en lo que hace hasta que alguien le dice que lo está haciendo bien.
Me gustaría hablar un poco de estos libros. ¿Son tus primeras publicaciones?
Cuando se derrama el Mar es mi primer libro en solitario. Creo que mis microrrelatos aparecen en unas veinte antologías.
¿Los microrrelatos de Cuando se derrama el mar los has escrito a propósito para el libro o son una recopilación de escritos de distintas épocas?
Son una recopilación de ciento veintitrés historias de todas las épocas. Está el primer microrrelato que escribí y el último y entremedias se encuentran unos sesenta relatos premiados y otros tantos que me gustaban para que el libro fuera lo más variado posible y cualquier lector pudiese encontrar algo de su gusto.
¿Ha sido difícil encontrar editorial?
Hoy en día muchas editoriales te buscan a ti, de lo que pienso sobre este tema podría escribir otro libro. Pero esa no es la pregunta. Te cuento. Yo no he elegido editorial al uso. Ger’s books montó mi libro, lo maquetó, añadió las imágenes del interior. Y lo hicieron todo “por amor al arte”. ¿Por qué trabajaron en mi libro? Bueno, ellos se definen a sí mismos como una comunidad artística, solidaria y sin ánimo de lucro que surgió para apoyar dentro de sus posibilidades a los autores.
¿Y cómo has llegado a ser incluida en Equilibristas?
Ginés Cutillas me escribió porque estaba preparando una antología con unos veinticinco autores (al final somos veintiséis). No lo conocía personalmente pero había hecho dos cursos con él en la Escuela de Escritores. A mí me gusta cómo escribe y a él cómo escribo yo. Enseguida le dije que sí y me encanta estar en ese libro con tanta gente a la que admiro.
Estás de gira. Ya has presentado en San Miguel, en el sur de Tenerife Cuando se derrama el mar, y lo vuelves a presentar el día 1 de diciembre en Arona. ¿Cómo estás llevando esta vida de “estrella”?
De estrella no es, pero está siendo de lo más interesante la aventura. Tuve la suerte de que Barceló Tenerife patrocinara mi presentación. Me propusieron hacer el evento en su magnífico hotel, un lujazo impensable para una presentación y yo me dejé mimar. Se portaron de maravilla. En ese acto estuvo la alcaldesa de Arona que esa misma noche nos dijo que teníamos que hacerlo en nuestro municipio también. Y lo dijo de verdad y además le encantó el libro. Me lo pasé tan bien en esa primera presentación que vamos a repetir en Arona el 1 de diciembre.
¿Presentarás Cuando se derrama el mar fuera de Canarias?
No lo sé. Económicamente hablando, creo que trasladarte a la península a presentar un libro no es un negocio inteligente. Pero sí que podría ir solo porque me apetece.
Oye… ¿se puede escribir de algo que no sea el mar?
Claro, pero el mar es el excipiente donde flotan mis historias. Los isleños somos mar, pero en el libro hay amor, desamor, crítica social, sarcasmo, ironía, mucha imaginación y, por supuesto, mucho sentido del humor.
¿Evolucionarás hacia otros géneros? ¿Te llama la atención escribir relatos más largos o una novela?
Esa es la pregunta que me suele cabrear. Es broma. Creo que preguntarle a un microrrelatista cuándo escribirá una novela es como decirle a un poeta que cuándo dejará de escribir poemas para dedicarse al relato. Un microrrelatista no quiere escribir novelas, igual que un novelista no tiene por qué escribir poesía.
Por supuesto no me gusta cuando se usa microrrelato para todo y hasta la ferretería hace concursos de microrrelato porque eso no ayuda y le quita valor a lo que hacemos. Un buen micro, género, subgénero, llámalo como quieras, es literatura.
Volviendo al hilo de tu pregunta, también escribo relatos más largos, pero menos cantidad, siempre me da la impresión de que eso que quiero escribir en diez páginas puedo contarlo en diez líneas y que ahí está el reto. Pero como ya te he dicho, sí que escribo largo a veces. Ahora que recuerdo, este año tuve la suerte de obtener el premio Arona de las Artes y las letras en Relato corto y el premio de Relato de Café Central, Madrid.
Para finalizar ¿Qué es lo más bonito que te ha dado la literatura?
Son muchas las cosas. Poder conocer a tanta gente de todos los lugares. Encontrar algo que quiero hacer a estas alturas, tan tarde en la vida, al parecer, pero que me la ha cambiado para bien. Quitarme los miedos, atreverme con seguridad y serenidad a situaciones nuevas. Que mis hijos estén orgullosos de mí. Que la gente me hable de los relatos de mi libro y que se les hayan quedado tan marcados que se acuerdan hasta del título. Y que gente como tú me proponga una entrevista.
Te deseo mucha suerte con este libro. Me gustaría que aprovechases el final de esta entrevista para añadir algo que no te haya preguntado y que quisieras tratar.
Creo que solo falta añadir que mi libro se puede adquirir en el siguiente enlace:
Y que estoy muy agradecida por esta entrevista.
sábado, 14 de septiembre de 2024
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viernes, 18 de marzo de 2022
La propiedad conmutativa
jueves, 17 de marzo de 2022
Cruzar la raya -
Ganador de la Microbiblioteca - Febrero 2022
La raya blanca apareció de la noche a la mañana y dividió la ciudad en dos. El alcalde dijo que aquello era una señal y que no debíamos cruzarla. ¿Y quiénes éramos nosotros para contradecirle?
A un lado quedó la farmacia, la carnicería y el parque. Al otro, la plaza, la panadería y el hospital. A la izquierda, la escuela, el gimnasio y la taberna. A la derecha, la iglesia, la piscina y el cementerio.
Al principio nos lamentamos: que sin hospital cómo íbamos a vivir, que sin cementerio cómo íbamos a morir, que sin plaza dónde celebraríamos la fiesta, que sin cura quién nos iba a casar… Pero con el tiempo llegamos a acostumbrarnos. Los que se quedaron sin escuela enseñaban a los niños en casa y se automedicaban en la farmacia. Los de mi lado aprendimos a vivir sin carne y nos consolamos pensando que, al menos, teníamos pan.
Así vivimos muchos años hasta que un iluminado nos llamó imbéciles: “¿No veis que es solo una línea de tiza y que si queréis, la podéis barrer o cruzar?”
Esa misma noche cientos de hombres y mujeres de ambos lados nos colocamos a lo largo de la raya, enterramos al iluminado y construimos el muro que ahora atraviesa la ciudad.
Elena Bethencourt
martes, 29 de diciembre de 2020
Adolescencia (Finalista anual Relatos en Cadena 2021)
Estas humedades que me están matando no dejan de crecer. Gota a gota han inundado el suelo y suben por las paredes.
A veces, de repente sales de tu cuarto y chapoteas por los charcos del salón como si fueras feliz. Yo me alegro de que sonrías otra vez. Quiero abrazarte, pero vuelve ese brillo a tus ojos y crece el nivel del agua.
Me ahogo sin remedio en esta casa navegable, esperando que más pronto que tarde, dejes de llorar por él.